Paseos nocturnos (Que no doy)
- LaNinfaDelAgua
- 9 may 2024
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 14 abr
Cogí la chaqueta y esas zapatillas que hacía años que no usaba, y salí de casa sin plantearme un destino.
El paso, rápido, ágil, firme, pero sin dejar huella. La mente en blanco, esperando llenarse de circunstancias sencillas que solo aporten felicidad, hasta alcanzar un estado de éxtasis semejante al enamoramiento.
Busco sentimientos reales que no se disfracen tras códigos ni miradas de indiferencia. Deseo encontrar pequeños detalles que den sentido a la gran masa de acontecimientos rutinarios (y no monótonos) que suceden sin pensarlos.
Decidida a cambiar y tras una larga reflexión, busco un poco de frialdad en mi cálido cuerpo.
Comencé por la mente, inmaterial, intangible, no cuerda; seguí hacia el pecho, centro del valor, y lo encontré debilitado, pero con ganas de actuar; bajé al vientre, guarida de pasiones, poderoso traidor, "doblegador" de mentes... Ahí, ya no quise encontrar nada.
Continué mi paseo, ahora más lentamente, sin presiones. Me encanta la luz de la luna reflejada en los labios entrelazados de una pareja que se une como si no hubiera mañana, y el sonar de la puerta de un portal por el que asoma una mujer con su perro.
Sin saber cómo, la noche llega a su fin y el sol surge por detrás de unas colinas. Me siento nueva, ligera, LIBRE.

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